lunes, 8 de noviembre de 2010

Salida

No veo nada. Está muy oscuro. Hace frío. Corro, corro con todas mis fuerzas, estoy en un lugar extraño y húmedo. Es como estar en medio de la nada huyendo de algo que no hay. 
No se hacia donde ir, solo corro sin mirar atrás. Tengo la necesidad de escapar lo más lejos posible, aunque las ganas superen a mi velocidad, y a mi capacidad de resistencia.
Se que hay algo al final del camino, algo que aun desconozco. 
Sigo corriendo, y sigue estando oscuro, hay una piedra, tropiezo, caigo y me levanto. Me duelen las rodillas y todo el cuerpo en general, mi corazón late a un ritmo que nunca pensé que pudiera latir, se aceleran mis pulsaciones. La mezcla del sudor y el frío me provoca escalofríos.
Tengo la necesidad de encontrarte, se que existes, pero no se donde estas. ¿Salida cuando llegarás?
De repente choco con una pared, se que me he hecho una herida en la cabeza, pero no importa sigo corriendo aunque me duelan hasta las pestañas.

En algún momento pienso en rendirme, en sentarme a descansar y abandonar esto. Pero decido que no puedo tirar la toalla ahora, que quizá con unos metros más haya llegado al final, y sin embargo abandonando habré hecho todo el esfuerzo en vano.

Por fin parece que veo algo, una suave luz, que cada vez se hace más grande. Me siento orgullosa por haber llegado al final, porque he logrado escapar. Todavía no he parado de correr.
Caigo, voy cayendo sin frenos, noto que desciendo a toda prisa por algún lugar. Me sumerjo en agua; está caliente y contrarresta con el frío que sentía en el cuerpo. 
Ahora nado hacia la orilla y al fin toco tierra con los pies. La arena de la playa quema, hace mucho sol, me tumbo a descansar. Duermo.

Voy despertando, tengo mucho sueño y estoy cansada aún, me duele todo el cuerpo. Siento una mano en mi espalda, alguien me abraza, me giro y te veo.
Es la primera vez que cruzamos las miradas y parece que te conozco de toda la vida.
Por primera vez en mucho tiempo siento paz, calma, tranquilidad, amor. Y deseo quedarme así, contigo para siempre.

No me equivocaba cuando seguía corriendo aunque estuviera cansada, aunque me doliera todo el cuerpo, se que nada en el mundo ha valido tanto la pena.
Ahora entiendo que mientras huía hacia alguna parte, solo estaba buscándote a ti. 
Mi única y mejor salida.

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