jueves, 14 de octubre de 2010

25 de diciembre

Aquel día había comido en casa de mis tíos, con ellos y mis padres. Deseaba como nunca que cayera el sol, estaba ansiosa por salir de fiesta por ahi con unas amigas.
En cuanto llegué a casa, cené, me duché, me vestí de gala, me alisé el pelo, me maquillé y perfumé.
Cogí el coche y fui para allí, con toda la intención de bailar hasta romperme los tacones, de reír hasta reventar.
De repente te miré, nos miramos, y cambiaste para siempre el rumbo de mi vida.


Gracias por estar allí, aquel día y en aquel preciso momento.

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