viernes, 29 de octubre de 2010

Tentación

- Se ha acabado.- Sus crueles palabras retumbaban en mi cabeza como pinchazos en el corazón. - Ya no te quiero, ni nunca lo he hecho. - No podía dejar de darle vueltas, a todos los momentos que habíamos pasado juntos, la primera vez que fuimos al cine, que me besó, que tomó mi mano, la primera vez que me dijo que me quería. Todo había sido mentira, una gran mentira. No podía creerlo, era como cuando te comunican que una persona cercana ha fallecido, y recuerdas que ayer estaba ahí contigo, y ya nunca más lo estaría.


Durante una semana no dejé de llorar por las noches. Todos los días pensaba en él, aunque a él no le importó el daño que me estaba haciendo. No dejé de frecuentar los lugares donde íbamos, y ya nunca iríamos juntos. Aunque se me ocurrió muchas veces, con el móvil en la mano, vencí la tentación de llamarlo o mandarle un mensaje.
Y así pasó un mes antes de que me llamara, era viernes, hablamos y quedamos el día siguiente para cenar y dar una vuelta por el centro comercial.


Estuve todo el día nerviosa, pensando en que podría pasar, si podría mirar sus labios sin desear desesperadamente besarlos, si podría caminar sin tomarle la mano, sin decirle que le quería, y que le necesitaba conmigo. Quería que fuese sábado por la noche para saber si me había besado, si me había pedido perdón y estaba arrepentido, lo deseaba con todas mis fuerzas.


Al verle, me recorrió un extraño hormigueo por todo el cuerpo, temblando, me acerqué y le di dos besos ( lo más raro del mundo), al contrario él estaba muy tranquilo, o eso parecía, era una persona que ya no reconocía, fría, insensible, orgullosa. Ya no era aquel chico tierno que robaba mis sonrisas, que me hacia estremecer con sus palabras. Aun así le quería irremediablemente.


Estaba claro que él sabia perfectamente de mis sentimientos y se aprovechaba de ello, acercándose mas de la cuenta, y hablándome al oído. Pero yo me resistía, porque ya no era él.
Después de cenar nos sentamos en un banco, ahí le confesé que había intentado de todas las maneras no pensar en él y que el resultado había sido un fracaso. Me dijo que estaba perfectamente así. Volvió a partirme el corazón, seguidamente me miró y nos besamos. 
Fue como el primer beso, como cuando te curan una herida profunda, alivio de pensar que ya nunca volvería a sentir la tristeza de no tenerle conmigo. 
Cuando acabamos de besarnos me acompañó al metro y se fue, él por su lado y yo por el mio, pero antes de partir me dijo: 'Sabia que querías besarme y no has podido resistirte'


Es horrible sentirse utilizada, cabrones los hay en todas partes hasta los más tiernos corderitos, llevan un lobo por dentro, por suerte no todos los hombres son iguales.
Y es cierto que debemos vencer la tentación, y que todos sabemos lo que está bien y lo que está mal.

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